LA CEIBA, EN LA LUNA UN ICONO PARA FUENTEDEORO Y EL ARIARI.

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FOTO TOMADA POR JAIRO PARRADO.........

lunes, 30 de abril de 2012

EL BARRANCO NO ES PA LOS VALIENTES- HISTORIA LOCAL


El barranco no es pa los valientes- Historia Local

Luis Castro "Luis Bigotes"
Hay numerosos casos de heroísmo ocurridos en la  época en que se forjó el espíritu templado de las personas de Fuente de Oro. Luis Castro había nacido en Soatá donde en las noches veía brillar las luces de la vereda Chulavita al otro lado del cañón del Chicamocha pero había decidido irse hacia la región del Ariari donde había oportunidades para progresar. Empeñoso, jovial, nervudo y amable hasta el extremo se hizo conocido en la antigua Boquemonte por entretener al público en torneos improvisados de puño limpio. Llegó a aceptar el desafío simultáneo de tres hombres a los que derrotó con su habilidad.
Vivía en San Antonio en una casita de palma construida al borde del barranco que limita las tierras de sabana con las fértiles tierras de vega, hasta que llegó un día del mes de abril de 1952 cuando el fantasma chulavita le llegó a las cuatro de la mañana. No era la primera vez que llegaban pero esta vez iban a arrasar el pueblito. Se oían ladridos, gritos y disparos en la noche, luego crepitaban las llamas que se alzaban recortando la silueta de los asesinos. Los sombreros negros de los chulavitas se perfilaban y de vez en cuando el brillo de un puñal hacía suponer que otra vida era segada sin piedad.
Luis Castro tomó entonces la decisión más importante de su vida. Si el barranco era la salvación para la gente que alcanzaba a detectar la presencia de los criminales, él no saltaría como los demás sino que haría frente a la situación y que Dios decidiera. Cuando el ritual de sangre llegó a la casa vecina, alzó en sus brazos a dos de sus hijos aún pequeños, abrió la puerta de su cabaña y gritó:
“¡No me maten!”

Y cuando parecía que sus días terminarían, la voz de un sargento de la policía que acompañaba a los chulavitas, le salvó la vida. “Es Luis Casto, a ese hombre no le hagan daño”. Y cesó la acción, subieron a los camiones y se fueron dejando la desolación a su paso. San Antonio quedó abandonado desde ese día, sin quién sepultara los muertos. Seis meses más tarde volvió a poblarse poco a poco y para ayudarle al olvido recibió el nombre de Fuente de Oro. Sesenta años más tarde aún se recuerda el valor y el temple de Luis Castro que esa noche miró a la muerte a la cara y vivió para contarle a quien quisiera oírlo que saltar como hacían los demás no había estado en sus cuentas. Y remataba su relato diciendo: “El barranco no es pa los valientes”



Carlos Ramírez Rodríguez
Cc 4095629
Calle 9 N 10-110 Fuente de Oro