Desde niño demostró habilidades histriónicas. Aunque tenia una leve dislalia en la voz se atrevió a declamar con entusiasmo “ la viuda de mi compadre” en el estrado del entonces colegio cooperativo de Fuentedeoro en 1980, De la nobleza envidiable hacia más favores de los que recibía, Creció en una familia disfuncional y llegó a la edad adulta con la convicción de que había que sorberse la vida sin incomodos límites. Así que con sus amigos en la ciudad de Granada se hizo notar por hacer bromas sanas y otras no tan sanas. El alma de las fiestas. Luego se desvarió trato de sentar cabeza y a fe que lo intentó recurriendo las sendas del Casanare en el oficio de comerciante. Volvió después a Granada como “ extranjero ” con sombrero texano y camisas de explorador que junto con su figura maciza y altiva le dieron un perfil que lo hacía inconfundible. También sabia muchas cosas del LLANO, verseaba, declamaba, participaba en torneos de coleo con su infaltable sombrero. El comercio de frutas era lo suyo, así que se convirtió en un ícono de Granada verlo en su camioneta Nissan con el platón lleno de piñas, naranjas y cuanto fruto encontraba en las trochas más lejanas. Se levantaba todos los días a las 3 am en una jornada que iba hasta las 11 de la noche. Dos hijos tenía: la encantadora Mariana y el talentoso Stiven. Pero tenía una propensión genética hacia la hipertensión que avanzó porque él se preocupaba más por los demás que por sí mismo. Dieta, descuido y estrés aceleraron el mal y hoy el Ariari lamenta su muerte prematura por sus dones sociales, por su generosidad, por su estampa de hombre.
Al venir la crisis con el primer preinfarto,
manejó la camioneta hasta el hospital con tal de no mortificar a nadie. Así era
el Hombre del Sombrero. Hasta siempre Alvarito, le harás falta a mucha gente y
nunca morirás mientras te llevemos en el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario