En la inmensidad del llano en el territorio
del Ariari y clavado en un banco de sabana está el municipio de Fuentedeoro, al
sur del departamento del Meta donde llama mucho la atención el caño cural y sus
memorias de acceso al agua en verano y primavera, periodos en los cuales
escasea y abunda el preciado líquido. El cural es un caño veranero y llanero
tal vez fue bautizado así cuando los lugareños aún no tenían iglesia y menos
casa cural.
Las memorias del agua afirman y
confirman sobre la escasez y la abundancia las primeras memorias recuperadas y contadas
por terceras personas dicen que “Collazos” en los años sesenta era llamado “el
acueducto del pueblo” quien vestía de pantalón y camisa caqui y en su cinto siempre
portaba un machete envainado, él era en los años sesenta quien llevaba las
cartas a San Martin “el correo humano” y "el acueducto del pueblo”, a los habitantes
del caserío “Collazos” les llevaba a sus
ranchos de bahareque y techo de palma el agua en timbos, para el consumo, el
corría hacia el parque, lo que por esos días no era más que un potrero, en el
centro estaba el jagüey, es por eso que el árbol de samán no quedó en el centro
del parque, algo que es muy usual verlo en los pueblos del llano, al lado del
jagüey estaba un calabozo y más a su izquierda estaba el samán, el árbol
emblemático del parque.
Las
memorias de los Enciso, los de la vereda el porvenir en particular doña Nora quien
cuenta que en Fuentedeoro, a los caños de la parte norte los llaman como cural
y guadual, mientras que los lugareños en la parte de abajo a estos caños los llaman
“curalito” y “guadualito” es paradójico esto, porque los caños en su recorrido recogen
más agua y crece su caudal. En los años 70 los días domingo salían de la finca en
caballos bien aperados al vecino pueblo de Granada a comprar la remesa para el
mes, todas las veces subían rumbo al norte bordeando primero el caño guadual de
color turquesa y luego se pasaban a la ribera del cural que se convertía en una
de las señas para llegar a Granada tenían que llegar a un punto de vegetación
de sabana que bautizaron como los morichales de “la tamayera” repleto de esta la
palma nativa y agua por doquier donde se considera como el nacimiento del caño
cural, al encontrar esta señal del palmas nativa sabían que tenían que cambiar
de rumbo en su recorrido y cogían con sus bestias al occidente hacia donde está
la figura pétrea del indio acostado o cacique Camajagua patrimonio en la sierra
de la Macarena para llegar a Granada, al granero y comprar la remesa.
El
caño cural aguas abajo en su recorrido de norte a sur en la vereda el porvenir
en su entorno nos muestra unos lugares inéditos para pescar el yamú, chubanos,
guarupayas y mojarras en su seguidilla están los charcos para echar un buen
baño y en su parte más baja y más cerca al pueblo está la confluencia de dos
caños el caño seco que se une al cural y sigue como cural a tan solo cien metros abajo esta la bocatoma
desde donde se bombeaba el agua para las viviendas hoy ya no está en uso y nos
muestra las piedras amarillas propias de un caño sabanero en el llano, lo rodean
los beberos y comederos del ganado, las libélulas rojas y mojaculos mi parte
favorita, su vegetación es única con orquídeas de color violeta que caen como
por bejucos, somos hijos de un paraíso el caño cural es una maravilla natural
que nos pertenece y sus aguas van para la cuenca hidrográfica del Orinoco
principal motivo que nos hacer ser llaneros.
Escrito por: Jairo Parrado Enciso
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